Para un ángel de la música en su edad de miedo al frío
Alejandro Cánovas Pérez
William
Navarrete
Edad de miedo al frío / Eta di paura al freddo
Ed. Aduana
Vieja, Cádiz, 2005 / Ed. Il Foglio, Piombino, 2005
ISBN 84-934095-3-7 / 71 pp.
Esos
espejismos gratificantes conmueven el alma del crítico de arte y satisfacen su
fe en un mundo mejor, para la literatura y sobre todo, para la poesía. Este es
el caso del hermoso cuaderno Edad de miedo al frío y otros poemas, del
escritor cubano William Navarrete (Cuba,
1968) publicado por la Editorial Aduana Vieja, en España, a la vez que en su
traducción italiana por la toscana Il Foglio.
Esos
espejismos gratificantes conmueven el alma del crítico de arte y satisfacen su
fe en un mundo mejor, para la literatura y sobre todo, para la poesía. Este es
el caso del hermoso cuaderno Edad de miedo al frío y otros poemas, del
escritor cubano William Navarrete (Cuba,
1968) publicado por la Editorial Aduana Vieja, en España, a la vez que en su
traducción italiana por la toscana Il Foglio.
De alguna
forma estos versos recuerdan el cruel destino del genial hombre enamorado,
incapacitado por la vida para ser amado como lo merece. Una
deformidad (accidental) le hace portar una máscara y presentarse como fantasma,
porque no puede siquiera presentarse como una realidad a quien ama. Tal es
la belleza del poemario y creo yo, del sino de cada poeta también... la
máscara necesaria para no ser herido.
Ciudades
marinas y terrestres imaginadas por el Erik-William: un arquitecto-poeta que
las reinventa a la medida del amor y del desamor. Trota la Venecia-Habana
maldecida por Navarrete por su eterna traición de ciudad cambiante, sobre su
tritón alado de decorado de ópera abandonada por el crimen de su fantasma,
sobre un mar que a la larga también la traicionará... a la medida de
la venganza del poeta herido y sangrante por cada una de sus múltiples
entrañas, que son poemas. Una curiosa mezcla de amor y rabia desmesurados
y siempre a la vez, la misma vez, transporta al lector a esos mundos
imaginarios del autor: es como si cada Venecia, Habana, París, Reims,
Estambul... Babilonia, reuniera una capacidad evocativa para el poeta, de su
amor, sus amores, que ha querido llevar hasta su realización última y que no ha
sido –no han sido– comprendido(s) o compartido(s).
Múltiples
personajes atraviesan el poemario dándole una narratividad curiosa, por efecto
del espejo fantasmagórico que resulta la referencia a otras realidades
artísticas o no. Un ejemplo, sin dudas, elocuente, resulta el
"Mercurio alado", al que no creo escogido al azar por
Navarrete. Mercurio es el mensajero de los dioses, el mensajero por
antonomasia y que pudiera hipostasiar a "Bucentauro" (testigo de las
edades clásicas), a un "Mareas de San Miguel" hecho piedra rodeada de
mar, a un "Ángel sonriente de Reims", a Medusa (la de los ojos
temibles), a los amores en Esparta, a dos formas de travestí literarios: George
Sand y Marie de Régnier, a un Severo (Sarduy)-Néstor (Almendros)
reconocido, a un Julián (José Martí) y a un Maceo (Antonio) –tomados
como divertimento muy cubano–.
Una tríada
es la forma en que ha dividido su autor el poemario. Primera: "Edad del
miedo al frío", segunda: "Otros poemas" y
tercera: "Divertimentos sonoros". Esa capacidad de
ironizar, después de haber llevado a lo sublime sus versos denota en Navarrete
la posibilidad de un desdoblamiento que arremete contra sí mismo y que pienso
pudiera ser su propia capacidad a trascenderse: garantía última de desarrollo y
una rara visión sobre su yo íntimo de artista que muchas veces, por desgracia,
falta a los escritores. Los divertimentos son un toque maestro y de nuevo,
el retomar de la máscara del Erik-fantasma-de-la-ópera.
Los poemas
correspondientes a Edad de miedo al frío y con este mismo título,
recibieron el Primer Premio del III Concurso de Poesía Eugenio Florit, patrocinado
por el Centro de Cultura Panamericana de Nueva York en el 2002. Un aval
del mismo modo apreciable nos acerca a la personalidad del autor, cuando
sabemos que, efectivamente ha sido ya, ángel de la música, al dirigir la Colección
Sonocuba. Archives musicales cubaines des années 40-50 (Ediciones Sonydisc,
París, 1999), y que ha publicado dos libros de ensayo (en francés): La
chanson cubaine: 1902-1959 (textes et contexte) (Ed. L'Harmattan, París,
2000) y Cuba: la musique en exil. (Ed. L'Harmattan, París,
2004). Es decir, que esta música que se desprende de sus poemas, ha sido
anteriormente enseñada, con vocación de magisterio, registrando el pasado y el
presente cultural cubanos con ánimo de transmitirlo a un futuro.
Sí. Le
hace falta al cubano William Navarrete un envidiable y poquísimo tiempo para
ser nuestro ángel de la música, definitivamente.
En cuanto a
la trascendencia de otras obras de la historia de la literatura cubana a través
de Edad de miedo al frío y otros poemas, le confiero la misma calificación
que El fantasma de la ópera transformado en comedia musical por Andrew
Lloyd Weber. La herencia poética de muchos buenos autores cubanos se
percibe y ha cristalizado en un estilo que será recordado. Ha pasado el
tiempo de la transición para la literatura cubana y llega el tiempo de la
vendimia. Tal vez nuestra cultura, captada en un momento de
internacionalización, ha comenzado a construir un sello que la identifica
dentro del concierto de todas las demás... William Navarrete lo ha comprendido
muy bien. Y lanza su mirada de cubano aquí y allá, antes y después...
omnipresente.
Déjanos,
pues, entrar, ángel de la música, en tus dominios arcanos. Rompe tu espejo
definitivamente, para encontrarte, ya no como fantasma...
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La Peregrina Magazine (c) Todos los Derechos Reservados, 2008,09