XXI
Mi mano
te recuerda
y
reconoce
mi
silenciosa mano
que
sabe de tu vértigo
esa que
confundida
con tu
temblor
te ha deletreado
sílaba del corazón,
la que
como una boca
te ha
contenido: aliento
y al
centro del aroma
te
despierta o fabrica
los
invisibles pájaros
que
viajan rostro
adentro;
mi mano
en la que puedes
mujer,
como un océano
relumbrar,
ser espejo,
constelaci6n,
espuma;
donde
montas caballo
que no
requiere espuela
y
cruzas al galope
tus íntimas
llanuras:
el último
testigo
que
tendrás a tu historia
la
única de todas
que te
hará compañía
cuando
tu frente sepa
lo que
es estar a solas
lo que
es vivir de espalda
o ignorar
la belleza;
como un
árbol que niega
de su
esplendor la fronda
o evita
estremecerse
cuando
un ala se atreve
en
desnudez de vuelo
a copular
espacios;
pero
será mi mano
la que
sin tú saberlo
recorrerá
tu sombra
lo
mismo que un cocuyo
intermitente
punto de luz
sobre
tu atmósfera;
ella
será el reguero
de lo
que no se habla
de lo
que permanece
ocultamente
quieto,
inevitable
imagen
de
todos los azogues
cuando
intentes
duales
panteras
a tu
cuerpo,
cuando
te sientas
lámpara
detrás de la mirada
y no
haya quien recoja
de tu mirada,
el gesto.
Alina Galliano
Del libro Detrás de la
Mirada. Monólogos frente al Espejo. A Sexton. Año 1987.