Entre lo racional de la ciencia y la irracionalidad del inconsciente
Marlenys Villamar




Daína Chaviano está permeada por la metafísica, algunos mitos afro-cubanos y la ciencia-ficción anglosajona. Hace ya tiempo tuve con ella una larga conversación que hoy desempolvo a propósito de su última novela, La isla de los amores infinitos, a la que ella define como "una saga familiar que es, a la vez, una historia de amor donde se mezclan la aventura, la magia y los símbolos".  Aventura, magia y símbolos que siempre la han acompañado.

Desde niña, cuando comencé a leer a Bradbury o a Asimov, y más tarde con la llegada a mis manos de las obras de Ursula K. LeGuin, Anne McCaffrey, Roger Zelazny y otros, mi mundo literario quedó impregnado del universo de la ciencia-ficción (CF) anglosajona. Sin embargo, mi mayor influencia no proviene de autores de este género, sino de la literatura clásica infantil y fantástica. Mi manera de concebir la CF, mezcla lo racional de la ciencia con la irracionalidad del inconsciente.

Algo así como las relaciones entre mundos extraños, que aparecen en Amoroso planeta.

Esa es una obra de adolescencia, casi de niñez. Tres de los cuentos que aparecen allí fueron escritos entre los 15 y los 16 años. Aunque mi primer libro, Los mundos que amo, contenía cuentos escritos entre los 18 y 20 años, Amoroso planeta, que salió después, resultó muy especial para mí. En él comencé conscientemente a romper las fronteras de lo convencional dentro de la CF, al intentar introducir elementos fantásticos y mitológicos. Fue mi punto de giro.

Después de Fábulas de una abuela extraterrestre, considerado por la crítica como el libro más importante de la ciencia-ficción cubana de los años 80 y con el cual  Daína recibió en el 2003 el Premio Internacional de Goliardos, llegó El abrevadero de los dinosaurios, sensiblemente inferior.

No creo que El abrevadero... haya sido un libro "sensiblemente inferior". Es muy diferente a Fábulas...,  y nunca lo compararía con éste. Ni siquiera es un libro de CF, sino una colección de relatos satíricos. Tiene elementos fantásticos pero basados en el absurdo (dinosaurios compartiendo una misma casa con seres humanos, por ejemplo) Es una obra con mucho humor y humanidad que, de alguna manera, creó una verdadera corriente de fans en Cuba hasta el punto en que, cuando ya vivía en Estados Unidos, recibí la carta de un lector desconocido de la Isla, diciéndome que en su pueblo se había fundado un club literario clandestino que se llamaba "El abrevadero de los dinosaurios". Aún hoy me sigo encontrando, en Miami, con antiguos lectores que recuerdan con añoranza los relatos de El abrevadero... ("ese librito que tuve que dejar en Cuba cuando me fui", me dicen) y me preguntan si nunca volveré a publicarlo. Tal vez comparado con Fábulas... este otro libro parezca menor. El universo de Fábulas... es inquietante, sobrecogedor, absoluto. Cuando escribí El abrevadero... sólo quería descansar de ese mundo agobiante y  el humor y la irreverencia fueron los elementos de los que me valí. El abrevadero... fue un libro arriesgado dentro de Cuba. La gente captó las sutilezas de su mensaje y lo convirtió en uno de sus favoritos.

Salvo Historias de hadas para adultos, ¿alguna vieja deuda con los mitos?

Los mitos están presentes en casi todos mis libros, y no sólo en ése que mencionas. En Amoroso planeta, los cuentos "Níobe" y "La anunciación", por sólo mencionar dos, se relacionan con mitos. En Fábulas..., la saga arturiana es un asunto omnipresente en la novela, debido al personaje del mago. En Casa de juegos, los mitos afrocubanos, aunque pasados por un tamiz muy surrealista, a lo Cocteau, son la clave de la novela. Incluso en El abrevadero..., hay alusiones directas a diversos mitos antiguos y modernos. Además, también hay otro libro (que no es la novela para adultos que ya mencioné) que es una colección de relatos para jóvenes y que se titula País de dragones. El título lo dice todo.

El vuelco de un grupo de escritores hacia la fantasía heroica, más que hacia la CF pura, pudo ser el resultado de motivaciones prácticas, pero también de una voluntad de estilo o tendencia en Cuba.

No estoy segura de si podría hablarse de un vuelco hacia la fantasía heroica en un grupo de escritores de CF cubanos. Excepto Fábulas..., no recuerdo ninguna otra novela o libro donde se construyera todo un universo con sus propias leyes mágicas, con su flora y su fauna, con alusiones a una prehistoria o historia anteriores a la trama, como requieren las obras de fantasía heroica. Lo que sí ocurrió fue que dos o tres autores incorporaron elementos fantásticos a sus obras de CF, pero que yo recuerde nunca se trató de todos estos elementos mencionados.

Sin embargo, ese movimiento pecó por momentos de masivo, y atentó contra la calidad de la CF.

En cualquier tipo de literatura hay siempre obras malas y buenas, obras fabulosas y obras abominables. No veo por qué la CF en Cuba tendría que haber sido una excepción. Hubo de todo, y creo que fue una suerte. Lo mismo ocurrió en Estados Unidos durante las décadas de los años 40 y 50, una época considerada como "la edad de oro" de la CF anglosajona. En esos años se escribieron y proliferaron novelitas espaciales con tramas muy mediocres, pero en esos años también surgieron las voces de autores como Ray Bradbury e Isaac Asimov. Para que surjan obras que después se convertirán en clásicas, tiene que existir un movimiento masivo. Así es que no creo que la proliferación de obras de CF en Cuba haya sido algo negativo.

De ahí la necesidad de valorar, justamente a Oscar Hurtado.

Oscar Hurtado fue el padre de la literatura policíaca, fantástica y de CF en Cuba. No tanto por su obra, que fue escasa y no siempre destacada, sino como divulgador; fue un promotor literario increíble. Impulsó la publicación de títulos clásicos que nunca antes se habían publicado en la Isla, y fundó y dirigió la mejor colección de literatura fantástica, policíaca y de CF que tuvo mi país y que nunca más ha vuelto a ser superada. Cualquier título de la colección Dragón es una joya, y todos siguen siendo atesorados por los coleccionistas, después de casi 40 años. La mejor traducción que existe en español de Crónicas marcianas se publicó en esa colección. Lo sé, porque he revisado todo tipo de ediciones de ese libro en nuestra lengua y no hay manera de compararlas con la versión cubana, que se lee casi como poesía... Yo me sabía de memoria páginas enteras. Aún me las sé. Así es que no me cuesta ningún trabajo, cada vez que tropiezo con una nueva versión de las Crónicas... de Bradbury, abrirla y comenzar a leer: "Tenían en el planeta Marte, a orillas de un mar seco, una casa con columnas de cristal...",  y seguir a partir de allí, para confirmar por qué la versión publicada en la colección de Oscar Hurtado sigue siendo la mejor.

Ser considerada la "dama de la ciencia-ficción cubana" y convertirse, incluso, en un personaje literario, pudo haber sido un engorro.

Para nada. Es más bien un poco romántico y divertido a la vez. Pero también algo atemorizante, una especie de aventura casi peligrosa. De pronto te das cuenta de que no eres muy dueña de tu persona... o al menos, de lo que crees ser como persona. Te ves convertida en una entelequia, en alguien irreal. Ya no eres alguien que puede ser vulnerable, que sufre o se enfada, sino un nombre que significa algo o tiene determinada connotación para diferentes personas, incluso para miles de seres humanos en el caso de los lectores que no te conocen, pero que te reconstruyen a su imagen, semejanza y quizás sueños.

¿Cuál consideras tu mejor libro?

No estoy muy segura. Después que salí de Cuba, he publicado otros libros que no tienen nada que ver con la CF, aunque en ellos subsisten bastantes elementos esotéricos y fantásticos. Pese al impacto que ha tenido El hombre, la hembra y el hambre, Premio Azorín en España, no me atrevería a afirmar que sea mejor que Fábulas de una abuela extraterrestre. Otros, como Casa de juegos, que pertenece al mismo ciclo novelístico que El hombre..., son menos complejos.

¿Hacia dónde va Daína Chaviano?

Si lo supiera, dejaría de escribir literatura fantástica y de CF para dedicarme a los libros proféticos. Más que saber, sueño. Esa es la clave de mi futuro como persona y como artista.

Yo, por lo pronto, termino esta charla, aun cuando queden otras interrogantes a la usanza de mi amigo, el crítico Rubén Rodríguez, para quien Daína debiera responder si la humanidad está en condiciones de encontrar una civilización superior y si Frankestein pudiera considerarse ciencia-ficción o, simplemente, una novela gótica. Pero eso... será ya en otra dimensión.




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