I
Hoy tengo aquí a mis pies un camino de tierra
dura, gris...
Y una prisa turbadora
de andarlo de una vez
Azul y plata. La carta en el mar, con dulce para las lágrimas y fe reseca. ...Quiero amar con todo mi corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas… Azul y plata. La espuma cómplice arrastra el melón lejos de la orilla...
Yo iría
esta noche tan larga
a recoger un poco de luz...
En un tiempo olvidado por el miedo, la música me abrió las venas con su filo de ternura. Mi sangre se quedó dormida junto al arrullo y ya no fueron sino frutas a manos llenas y pedazos de calles con olor a pintura fresca.
La abundancia parió una jaula para sinsontes, y fueron las horas de fiebre y la cosecha de luz, de espaldas a la bruja del naranjo.
Pero un día, el pedestal sintió vértigo en las nubes, la noche se hizo eterna y empezó a acercarse la distancia con paso firme, sin prisa. Mi niñez quebrada yacía dispersa en cien prismas y la inseguridad se apoderó del aire: demasiadas peras para tan solo un olmo.
La ruptura partió en dos el dolor y entre risotadas salvajes la rabia pudo más que la agonía. Escribí un hasta luego de cara a la verdad, con el sudor de mis dedos y me quedé muda para siempre.
Una eternidad después, alguien azul y plata me tomó de la mano y me habló de manantiales profundos, de esculpir la soledad en piedra. Pude perdonarme y perdonar. Entendí con los oídos lo que mi cuerpo se negaba a comprender (pero no hay que hacerle caso a mi cuerpo, eterno compañero de salmones, siempre a contracorriente).
Azul y plata. Una inmensa imagen se cruza en mi sendero arrastrando en su manto la paz. Ahora tengo una fuente en el pecho y el camino irreal de su sonrisa.
Elena Iglesias
Elena Iglesias. Cuba. Poeta, escritora, periodista y traductora. Ha publicado varios libros y trabajos periodísticos en publicaciones periódicas y virtuales.
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