Yo era poeta, como él pero quería vivir demasiado él dormía pero ya no soñaba me envolvían los chales y su humo. Su nombre se le había perdido mas a mí me llamaba no acabé de vaciar la arena de sus botas la arena del errante el pelo me ha crecido en estos meses su papel en el sueño sigue siendo invisible yo lo sigo esperando, me pongo el delantal cada mañana, le tengo los fósforos a mano, y su vino y su beso. Había dejado atrás hacía tiempo las fronteras y el sabor de mi boca era su urgencia ahora me las arreglo sola sonrío me aniquilo me como las conchas y me como mis perlas retorno teatral a plena luz al mismo lugar que me liquida para escucharme el corazón. Hasta las hierbas lloran mi desgracia si las piso y mis pies me recuerdan que aquí he vuelto otros, mientras, me atizan. −inundación de sangre es inundación de amor− Mis palabras ahora ya no tienen jinete igual que del poeta sólo me queda un poco de ceniza en las manos.