Conversación
con un ciervo
(Continuación)
(Entrevista a Félix Luis Viera, autor de La que se fue, antología recientemente publicada de su obra poética.)
La vida toda es casualidad,
azar, cruces de caminos; y todo esto,
sinónimos, vale aclarar, se compacta en eso que solemos llamar "suerte" y que
es, también, otro asunto del ´más acá´. En fin, sería muy difícil, y muy vasto,
discernir sobre la máxima que nos ocupa. (Por ejemplo, si el padre de Fidel
Castro decide dejar para unos minutos más tarde el ayuntamiento con la
progenitora de éste, el ser que hubieran concebido sería otro; de manera que tú
ahora no me estarías haciendo esta entrevista.)
Yo lo que creo –y así lo he dicho en alguna oportunidad–, es que,
no sé por qué, hay hombres que nacen con
el cañón con el cual habrán de derrumbar la montaña, y otros que deben
derrumbar la montaña con la cabeza. Yo soy de los segundos.
CKA-Así
también se podría interpretar la idea de Gibrán, quizás con un poco más de
filosofía mística, al final se habla de dos tipos de hombres. Pienso que los
caminos también pueden ser diversos, pero en esencia se llega al mismo punto.
Además, tú sabes que toda obra, independientemente de la intención del creador,
está expuesta a la interpretación de quién la observa. Tu misma poesía es
probable que yo la lea diferente a como otros lo harían, supongo que tiene que
ver con las motivaciones de cada cual, el momento, las vivencias personales o
el estado anímico. ¿Crees tú que esto es posible, especialmente tratándose de
poesía?
FLV-
Yo no creo en lo
místico, con el mayor respeto a los que sí creen. Mejor será creer en los que
te aman y te salvan y saber que estás a expensas de los que pueden odiarte y
joderte.
No estoy de acuerdo, no "se llega al mismo punto":
en un instante, por la razón que fuere, puedes tomar un camino que te lleve a
una vida distinta de la que hubieras vivido de no ser por ese instante decisivo
–que entonces, es posible, para nada tenía el viso de lo decisivo– en que
tomaste determinado camino. Kafka: "Hay un punto del cual no hay regreso, y ese
punto puede ser alcanzado".
Como somos únicos e irrepetibles, y cada obra de
arte también lo es, pues claro, cada cual ve y siente, en este caso en un
poema, lo que no ve y siente igualmente otro. Lo que sí creo importante es no
negar al otro (me refiero a los creadores) porque no esté en la misma línea
tuya. Góngora y Quevedo eran dos grandes poetas, pero se negaban entre sí
porque eran totalmente distintos en sus formas. O sea, alcanzar ese estadio en
que se está facultado para reconocer que una obra literaria es buena, aunque no
te gusten sus formas, o que no es tan buena, pero te gusta por equis razón.
Naturalmente, como somos humanos, y por tanto, subjetivos, esto no es fácil;
pero debe ser una meta (esta palabra no me gusta mucho… ya sabes…) de todo
creador, lector, valorador, investigador
literario, etc.
CKA
-La que se
fue
, significativamente presente, ¿es idealización, espejismo, nostalgia,
urgencia del poeta que se debate entre la autoafirmación y lo que nunca pudo, o
no quiso retener?
FLV-
La editorial Red de los Poetas Salvajes me pidió una antología con una
extensión limitada; es decir, una antología breve. Así, tomé cinco poemas de
cada uno de mis cinco poemarios publicados hasta hoy: veinticinco poemas en
total que, decidí, para lograr un universo, que todos fueran de la llamada
poesía amorosa.
Creo que La que se fue es todo
lo que dices, si bien la dosis de nostalgia e idealización la presiento mayor.
Es La Búsqueda, como se infiere, o se dice casi, en uno de los poemas; La
Búsqueda de lo que no existe más que, precisamente, en nuestra (o al menos mi)
idealización. No sé si alguien lo dijo antes, pero para ciertos temperamentos,
he afirmado en no pocas ocasiones, lo que
se ha conocido ya no existe. Es esa "Dama de la noche", título y contenido
de uno de los poemas, que uno no debe tocarla, porque entonces se rompe/ y hay que empezar de nuevo. Fíjate que
son poemas escritos a lo largo de 30 años y nada, lo mismo: en la medida en que
te acercas al claro del bosque, él, el claro del bosque, se aleja; y nunca
podrás alcanzarlo. Se van, se han ido; uno, o Él, aunque muchas veces hubiera
podido, nunca hizo lo suficiente para retener a "la que se fue" porque ya era
de carne y hueso, ya era lo conocido.
Hastío, desencanto congénito, podría ser. Pero viene el contragolpe: uno, o Él,
mira hacia atrás, evoca, y siente nostalgia, tristeza, y, raro, un sentimiento
parecido al que "la que se fue" produjo cuando aún no había sido tocada, cuando
aún era el espejismo que se amaba, la idealización que más tarde fue algo palpable. Quizás esta nostalgia, esta
tristeza surjan luego porque, de nuevo, vuelve "la que se fue" a ser fragmentos
–sólo fragmentos– de esa capacidad que mantuvo para irradiar el espejismo, la
idealización, durante el lapso en que, en la "vida real", fuera sudor, aliento,
zumos palpables. No sé si me explico; quizás no.
CKA
-Amor,
ternura, los afectos… pero también erotismo, sensualidad… clavé mi tronco
eternamente en tu subsuelo… posesividad masculina, símbolo que
también es entrega y sostén.
FLV
-No, nada de eso, el verso que citas, del poema "Descubrimiento", más
bien lo que quiere expresar, si nos fijamos en el universo del poema, es la
determinación de permanecer en ese sitio, o en ese "amor hallado o más bien
descubierto", paradigma (errado de nuevo, claro). Al recorrer los elementos que
conforman el cosmos del texto, podemos ver que "tronco", "subsuelo", así como
"nidos", "colmenas", "pájaros dulcemente cantadores", "cielo" que si acaso
truena es "con amorosos relámpagos" y otras palabras y expresiones son precisamente una alegoría, o sería mejor
decir un símil, de ese amor al fin
descubierto en determinada individualidad. Repito: "clavar el tronco" es la
decisión de "allí quedarse". No es este
un poema, digamos, "carnal".
CKA-La sensualidad y el erotismo
no tienen por qué ser carnales propiamente, sigo pensando, a pesar de tus
alegaciones, muy válidas porque eres el poeta y tú más que nadie sabes lo que
significa, que en el acto metafórico de "clavarse" como tronco en el
"subsuelo", ya se denota una disposición a la libido, en otras palabras, un
acto de posesividad y entrega que en algo
tiene que ver con la naturaleza instintiva del sexo, independientemente de que
ese cosmos del poema del que me
hablas, tenga en sí mismo otras connotaciones. Yo veo la imagen sugerente en
ese sentido -y te advierto, no soy nada perversa, y menos una maniática sexual
que ve insinuaciones en todas partes. Lo que sí me parece, es que la conexión
amor-sexualidad-erotismo es innegable. Yo te pregunto: ¿acaso no es el amor -y
tu libro es un libro de Amor, con mayúscula-, sobre todo en sus inicios cuando
es descubierto, la antesala de los
encuentros carnales? Recuerda a Octavio Paz en La llama doble, "
erotismo
y amor: la llama doble de la vida".
FLV
-
Bueno,
dije "carnal" como pude decir "sexual" o de "posesión corporal" o algo así.
Repito: el tronco se aviene con los elementos que revisten el poema. Pude decir
"clavé mis entrañas", "clavé mi vida", "clavé mis ansias" En tu Subsuelo, u
otra bobería parecida. Pero lo del tronco cuadraba mejor, salió así. Claro,
quién sabe si, en mi inconsciente, estaba lo que afirmas y así ocurrió.
De acuerdo, el amor– el Amor, se entiende–, produce, en
no pocas personas, y en ciertas ocasiones, una antesala –a veces más largas,
otras más cortas– dinamitada por eclosiones de ternura, de lirismo diríamos. En
este lapso (me refiero a esas personas y a ese Amor y a esas ocasiones) aún no
se está preparado para el "encuentro carnal". A veces, este período "romántico
lila" puede ser tan largo que una de las
dos partes demora quizás en exceso en desenvainar la espada púrpura. Aun sé de
casos de varones que, al precipitar el encuentro carnal, obedeciendo a la "ley
escrita", sólo han logrado una impotencia (disfunción eréctil, le dicen) que
les ha complicado la vida con ese "amor descubierto". Lo que creo es que el
sexo es el gran adversario y el gran aliado del amor, el que todo lo complica,
y a la vez lo rectifica; el que para siempre nos dejará preguntando: ¿Qué es el
Amor?: ¿es esto? Afortunadamente, nunca habrá respuesta para esta pregunta.
CKA-¿Se
lamenta el poeta por haber sido un poco el mago que hace desvanecer las
presencias, y a pesar de todo, las retiene como espacios de luz inspiradora?
FLV
-
Bueno, las presencias no se desvanecen por mandato de uno, sino por la
Inconsciencia del Yo. Me lamento, se lamenta Él, más bien por darle categoría
de sueño realizado, o de pasar de la región del sueño hacia el predio de la
realidad, a lo que no podía habitar más que en el territorio de lo primero, del
Sueño quiero decir. Y me lamento, Se lamenta, por las aflicciones que haya
podido infligir por esta razón. Más que "luz inspiradora" son dolores en
órbita, dolores que deben tener en sus haberes quizás todas las personas, sólo
que el poeta, el escritor, pueden llevarlos al papel, difundirlos. Y valga
aclarar: dolores aun esos poemas en que el "objeto lírico", en su momento,
provocaba el canto; en esos momentos en que el poeta, o el hombre, de buena fe,
equivocaba el blanco; no mentía ni se mentía, únicamente sentía "en falso".
CKA
-¿Es la
poesía el acto de sugerir, como dijera Eliseo Diego, o a veces intencionadamente sugerente?
Lo que ocurre, en mi humilde opinión, es que hay muchas maneras de
sugerir. Hay una poesía alusiva, elusiva, azogada, que se basa sobre todo en su
capacidad de sugerencia, en una polisemia muy marcada. Hay otra, de corte
directo, de lenguaje descarnado, cuyo fundamento es únicamente el propio tropo
que se expone –no la metafórica ausente–, y que también sugiere. Esto, claro, a
grandes rasgos. Vaya, ya lo sabemos: si no hay sugerencia, si no queda para el
lector, de alguna manera, una lectura paralela, una conclusión, una
interrogante más allá de lo que le ha sido brindado en la página, no se ha
hecho el poema.
CKA
-Literatura
cubana de fin de siglo
, periodización del ensayista y narrador cubano, residente en Cuba,
Francisco López Sacha… me llama la atención que te haya omitido.
¿Por el mismo patrón de
censura que marginó en su momento a los poetas Heberto Padilla y Lezama Lima,
entre muchos otros?
¿Qué piensas al respecto?
FLV-Ah, ya ese texto tiene unos
cuantos años. No sé dónde se publicó originalmente. En su momento, varias
personas, que al parecer lo tomaron de internet, me lo enviaron y me hacían la
misma pregunta que tú ahora. Por aquí lo tengo impreso. Mira, a las
periodizaciones y ensayos de Francisco López Sacha no hay que hacerles mucho
caso. A veces hay ligereza en sus posiciones; poca profundidad, quiero decir.
En no pocas ocasiones, según he visto, refríe sus textos anteriores, cambia,
adiciona, resta, sin exponer un
argumento sólido. Cuando leemos la periodización que nos ocupa,
observamos que va hacia atrás y adelante y salpica con ejemplos que ya da por
paradigmas y sigue por otra vía, en lo que se refiere a contenido digamos.
Como, asimismo, el tono es de una prepotencia sublime, "de esto es así y para
siempre"; es decir, si le hiciéramos caso, no hay duda: el camarada Sacha es
Árbitro Supremo de la literatura cubana, o al menos de la de Fin de Siglo –un
fin de siglo como de 50 años–. Pero creo que ya pocos son los que recuerdan
este intento catequizador. Lo peor de todo es que cuando el camarada Sacha
escribió y dio a la luz este texto, aún era presidente de la Asociación de
Escritores de la Uneac, lo cual le daba un viso oficialista a lo escrito. O, al
menos, algunas personas así lo tomaron. Tamaña hazaña se propuso López Sacha:
meterle a los tres géneros –poesía, cuento, novela– y afirmar lo que estaba
bien –y, por omisión, lo que estaba mal– rotunda y definitivamente, para siempre,
para siempre: la biblia de la literatura cubana del fin del siglo XX ha sido
escrita, la escribió el camarada Sacha, nada más que hacer; no hay otra opción:
el tono del escrito no lo permite. Yo creo que todos los que cita o incluye o
enaltece en su texto, lo merecen, unos más y otros menos digamos. Si no "toca"
mi obra en ninguno de los tres géneros, sus razones tendrá; lo que sí creo
imperdonable es que omita a otros, casualmente residentes fuera de Cuba
(algunos ya fallecidos), no sé si por ignorancia, por convicción, o por… No sé.
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