Elena
                                Soy otra vez muchacha en el invierno
                                    y nadie me regala una gardenia.
                                                 Elena Tamargo


MUJER,
música del trino en Paz.

Estaciones giran sobre ti la ausencia,
hemos de extrañar tu sonrisa,
los cuadros de senos vírgenes
en los que tientas al poeta.

No pienso nada del llanto, hábiles silencios,
una simiente, el follaje en oráculos
y la ventana que desvanece tus ojos transparentes.

¿Cómo etérea venturas
tus rocas ahora inmóviles;
golondrina en nieves del olivo?

Mirad al sol fijamente, él insepulto dice tu nombre:
Elena. No igual al de quienes quedamos en espera.

Reparte de tu belleza en aquel paraje.
La sonrisa ahora es cómplice en silenciosa página.
Triste vanamente ante una muerte que te acoge.

No temas al vértigo más tú aquí estarás sobre el río,
en jardines de blancura inhóspita.

Cuéntale a la estatua tu mejor párrafo,
suspende la realidad en el deseo,
en tu caballo de la palabra... Unicornio por tormentas;
ellas no serán las mismas miserias.

A la memoria has de regresar
como cada invierno retorna la lluvia
a la ciudad y a mis huesos.

Todavía pregunto
un pasado, un presente y será futuro.
Todos iremos al lecho con su abrigo mordaz.

Naces de nuevo en la música de un adiós.
Mis sueños recupero en el lienzo,
alguien los ha bordado para ti, florecilla tras el viaje.



Jorge Enrique González-Pacheco
(De su poemario inédito Habitante Invisible)


La Peregrina Magazine