Recuperación violenta del seno donde sangra la lechuza
Fue en el verano del 2006 cuando perdí el gato y bajo la lluvia busqué su maullido. En el bosque normando, envuelta en sombras, deposité un platillo de leche y vigilé siete noches seguidas a la vieja de la casona. Pongo a consideración mi caso: es en el lado izquierdo que el vaso roto invoca a la escama que desciende al pie y me brusca el vientre donde escarban hormigas. Yo tuve un hombre, nada le era suyo, le inventé del gemido hasta el poro que cierra. Pero tuvo éxito, engranaba palabras zurcía la creencia. Durante años fui su puta me inventé humana y nada me pertenecía -del aire hasta el pulmón- sonaba hueco. Pero tuve éxito: colmé el exceso y la demencia. No le faltaría razón: el resto ha sido de una humillación tremenda. Estoy dispuesta a emprender el mismo viaje aunque el viento barra las callejuelas y oculte al animal en cualquier parte.