Reseña sobre instrumentos musicales creados en Cuba
(Primera parte de cinco)



María Argelia Vizcaíno



"Y surgieron entonces orquestas de negros en todas las dotaciones,
variadísimos instrumentos que levantaban
frenéticas oleadas de entusiasmo..."

(Israel Castellano).



Parte I - Los tambores afrocubanos



El primero en hacer un análisis metódico de los instrumentos de ascendencia africana surgidos en Cuba fue Israel Castellanos, que publica en 1927 "Instrumentos musicales de los afrocubanos". Después, en 1952, Fernando Ortiz amplió la información precisando el origen de los mismos con "Los instrumentos de la música afrocubana", que abarcó 5 volúmenes. Pero antes, en 1951 y bajo el título de "La Transculturación blanca de los tambores de los negros", el mismo Ortiz realizó un excelente trabajo sobre los tambores creados en nuestra patria por los afrocubanos. Él tuvo que remontarse al origen primitivo de los mismos y seguirlos en su evolución para llegar a su apariencia actual.

Todavía no ha quedado claro el nacimiento del tambor, si en Egipto o en Africa (negra) o viceversa, donde aparecieron papiros con negros bailando y tocando un tambor (membranófono) en escenas de funerales de las dinastías desde el siglo XX a.C.

Al principio del cristianismo el tambor era considerado pagano y sólo se usaron por los acróbatas, vagabundos y los que conservaban el folklore. España tuvo tambores introducidos desde Africa por los árabes, beréberes y moros, que en la conquista fueron llevados por sus tropas, como aquellos militares de la Edad Media que introdujeron en el viejo continente los tambores de gran tamaño, que conocieron de los sarracenos y estos a su vez de los africanos.

Por lo que los españoles desde antes del siglo XV usaron de la tradición militar "negra" los timbales de caballería, que consistía en tambores de dos cajas llevados por animales de carga en los batallones, de ahí los pasaron a las cortes reales y a toda clase de ceremonias civiles y religiosas. Sin embargo, los atambores, como eran llamados los tambores de una sola caja, desde el siglo XIII fueron instrumentos de música cortesana.

La primera noticia que se tiene de los tambores en Cuba es reflejada en un acta del cabildo habanero del siglo XVI, donde nombran a Juan Emberas, recibiendo 36 ducados anuales por tocar el tambor en cuanto viera una nave a la vista, "desde la roca donde en 1590 se alzó el Castillo del Morro" (Natalio Galán, Cuba y sus sones). Ese tipo de tambor llegó con el primer contingente militar español a la isla.

Pero ya nuestros aborígenes contaban entre sus instrumentos musicales con un tambor idiófono, como escribió Gonzalo Fernández de Oviedo en 1851, "hecho de un madero redondo, hueco, concavado, e tan grueso como un hombre e más o menos (...) suena como los atambores sordos que hacen los negros; pero no le ponen cuero, sino unos agujeros e rayos que trascienden a lo hueco (...) el atambor ha de estar echado en el suelo, porque teniéndolo en el aire no suena". A éste Helio Orovio en su Diccionario de la Música Cubana le nombra "Mayohuacán" especificando que es un tambor xilofónico que tocaban los behiques (sacerdotes) y "se percutía con baquetas".

Castellanos nos dice que en 1839 el gobernador Ezpeleta dio la orden de ofrecer licencia libre para hacer instrumentos musicales en la isla, y ahí es que el africano, salvajemente transportado para trabajar como esclavo impone la mayor influencia en la creación del tambor cubano. Aunque ya percutía su tambor en su tierra, tuvo en América que reinventarlo con las maderas y cueros que encontró, para poder seguir practicando sus creencias y tocarle, cantarle y bailarle a sus dioses. Un poco antes de autorizarlos ya habían creado algunos, como los tambores de origen bantú llamados de "Yuka" que son tres (Caja, Mula y Cachimba); o los de origen dahomeyanos-arará "Tahona", que acompañaban a la variante de la rumba que lleva este mismo nombre; Don Ortiz menciona los Bocú como un membráfono de cuero lavado de caja abierta usado en "rituales Orilé (cruzado en Oriente)"; la "Tumba Francesa" que introdujeron en la provincia oriental los esclavos que emigraron con sus colonos franceses de Haití con los tambores Premier o Redublé, Second y Bulá o Bebé, también la Tamborita o Catá Tambora para el toque o baile Mazún; quizás los más importantes han sido los de origen yoruba, los tan famosos tambores "Batá" que también son tres: el "Iyá", "Itótele" y "Okónkolo" que hemos visto que desde 1930 Gilberto Valdés los llevó en su "estado bruto" a las orquestas.

Por eso el laureado escritor Guillermo Cabrera Infante nos explica en el prólogo del fabuloso libro de Natalio Galán "Cuba y sus sones": "La riqueza rítmica africana se hizo en América caudal sonoro y los tambores que hablan yoruba se convirtieron en Cuba en tambores que cantan cubano con diferentes voces: los bongós, la tumbadora y la conga son tambores que están en todas las orquestas modernas de jazz, de baile de salón y de salón de baile, de música de película, de música sinfónica y aún en la música de cámara como en las 'Rítmicas' de Roldán, compuestas en 1929 (...) Esos tambores cubanos resuenan en toda 'disco music' ahora".

Después de creada la secta secreta Abakuá (1836), de procedencia carabalí, ellos introdujeron a sus ritos un trío de tambores llamados "Nkómo o Enkómo": 1- "Binkomé, Biankomé o Bincomé", 2- "Kosi Yeremá o Kuchi yeremá", 3- "Biapá u Obi-apá", que Castellanos nombró Bencomo, Cosilleremá y Llaibillembi. También tiene cada jefe o responsable de algo en la potencia el suyo, como los tambores Sese; Mpegó; Ekueñón y Nkríkamo. Desde luego el más importante es "Ékue" y el "Bonkó" que hace las veces de Ekue en las potencias Efik, que no se percuten sino que se frota una varilla que se apoya sobre el parche produciendo un sonido bronco. El más misterioso es el "Bakri" hecho con un cráneo humano que en algunas ocasiones sustituye al ékue. Ellos nombraban a todos sus tambores "bongó", quizás de ahí es que nace en los albores del siglo XX, el nombre que se le da al más auténtico y famoso instrumento cubano que en este ciclo le contaremos del mismo y de otros más.


(Continuará...)​​​


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