HOMENAJES (2da parte)
Luis Angel Casas
Para La Peregrina Magazine
Notas
biográficas y compilación de material: María Eugenia Caseiro
EL AHORCADO
Al pasar
frente a aquella casa de La Habana Vieja, en el piso alto, vi un letrero: Se alquila.
En los bajos
vivía el encargado y subí con él a ver la propiedad.
Era muy
antigua, espaciosa, y estaba recién pintada, el olor de la pintura fresca y de
la lechada húmeda aún, remozó con agradables recuerdos juveniles mi espíritu
apesadumbrado, y me deleité al escuchar el eco de mi voz retumbando en el
silencio de la casa vacía donde sólo se hallaban algunos cubos y algunas
brochas.
La casa me
gustó, y quedé en volver al día siguiente para ajustar algunos detalles antes
de alquilarla.
Cuando volví
como había prometido a la hora convenida, el encargado me dio la llave y subí
solo.
Revisé bien
la casa. Traía la medida de mis muebles para ver si cabían en las distintas
piezas, y, al abrir la puerta del baño, hallé unos pies suspendidos en el aire,
a considerable distancia del piso. ¡Eran los pies de un ahorcado!
Bajé
corriendo la escalera para dar la noticia, y, cuando subimos, el ahorcado había
desaparecido sin dejar huellas.
Por más que
juré y expliqué, nadie quiso creerme. Yo mismo no quería creerlo, pero lo había
visto con mis propios ojos, y nunca he podido olvidar el rostro del ahorcado:
¡un rostro cuya expresión de burla –más increíble aún- contrastaba con el
horripilante espectáculo de muerte tan trágica!
Como era de
esperarse, decidí no alquilar el viejo caserón. De todas maneras no me lo
habrían alquilado ya, suponiéndome loco.
Meses
después, conocí a un joven que me sorprendió por su extraordinario parecido con
el ahorcado: tendría, aproximadamente, la misma edad de aquel –unos
veinticuatro años- y en su rostro, había la misma expresión de burla.
Este bellaco
–dije entre mí- es el que quiso asustarme haciéndose el ahorcado para que yo no
alquilara aquella casa, o sabe Dios con qué fin.
Y cogiéndolo
por el cuello con una soga, lo obligué a decirme la verdad:
El joven era
el hijo del ahorcado, cuya fotografía, que llevaba consigo, me mostró. Y el
hijo era el vivo retrato de su padre que se había suicidado ahorcándose en el
baño de aquella casa a los veinticuatro años de edad: ¡la misma edad que ahora
tenía el joven que estuvo a punto de morir, también, ahorcado!
24 de marzo
de 1966
Indice
AL HIMNO NACIONAL DE CUBA
(1964)
Cuando en el
aire tremola
tu bandera
musical,
una emoción
sin igual
mis
recuerdos enarbola;
me yergo
como una ola
frente a
nuestro litoral;
y en tu
música triunfal,
que mis
sueños acrisola,
se enciende
una estrella sola
y alienta un
solo ideal.
El Himno es
la Bandera que se escucha:
La Bandera
es el Himno que se ve.
La Bandera
que se escucha,
junto al
Himno que se ve.
Himno y
Bandera en la fe,
Himno y
Bandera en la lucha.
Con la
esperanza, que es mucha,
la caridad y
un por qué,
siempre, por
Cuba y en pie,
con Martí,
que amando lucha,
en mis manos
una pucha
de rosas
blancas tendré.
Miami, mayo,
2006.
(En Cuba, la
palabra pucha,
usada en
esta décima, significa ramillete.)