De posesas y vírgenes
(Entrevista con la escritora cubana Teresa Dovalpage)
Kaytie Brissende-Smith
Kaytie Brissenden-Smith: La familia es el eje de Posesas de La Habana (Pureplay Press, 2004). ¿Cuál cree que es el papel de la familia en la literatura cubana? ¿En sus obras?
Teresa Dovalpage: La familia ha servido tradicionalmente como fuente de inspiración para muchas obras literarias… El pasado familiar, sobre todo, es un manantial de historias nada desdeñable, sobre todo cuando podemos tomar distancia para analizarlo. Así que mi familia de origen (la familia nuclear cubana, no la que he formado en EE UU… todavía) es mi pozo de inspiración, para disgusto de mi madre, que siempre se siente desfavorablemente reflejada en mis cuentos y novelas aunque no traten sobre ella.
Kaytie Brissenden-Smith: Si tomamos como punto de referencia el título del libro, ¿usted considera que la mayoría de las mujeres cubanas son “posesas”?
Teresa Dovalpage: No, no me gusta generalizar. ¡Creo que las mujeres de mi familia lo son! (Quiero decir, “lo somos.”) Pero no puedo hablar de las demás, no me parece justo.
Kaytie Brissenden-Smith: ¿Cuál es su opinión sobre la literatura cubana actual? ¿Si pudiese usted cambiar o añadir alguna cosa, qué cambiaría o añadiría? ¿Por qué?
Teresa Dovalpage: Hay muchísimos nuevos autores, valores jóvenes maravillosos que van a dar mucho que hablar, tanto entre los que escriben en Cuba como entre quienes están en el exilio. A cada rato me cae un libro recién publicado en las manos y me quedo admirada de todo lo que se está haciendo, de la fuerza de todas estas voces nuevas. No creo que cambiaría nada… ni presumo de tener el poder de hacerlo; nadie lo tiene. Y menos mal.
Kaytie Brissenden-Smith: ¿Están prohibidas sus novelas en Cuba?
Teresa Dovalpage: No están prohibidas, simplemente no se consiguen. Yo he mandado copias con amistades que viajan a la isla, pero no creo que en total haya más de veinte. Lo siento, porque para mí el cubano es mi público natural. Hace varios meses la revista Voces, que editan en Cuba, independientemente del gobierno y con muchísimo esfuerzo, Orlando Luis Pardo Lazo y otros autores, publicó un fragmento de Posesas... ¡Me dio un alegrón!
Kaytie Brissenden-Smith: En una entrevista con La Nación (2010) usted afirmó que era “alérgica a la política”. ¿Es para usted una forma de crítica el no hablar de la política que está siempre presente cuando se habla de Cuba?
Teresa Dovalpage: Lo que quise decir fue que me aburría (y me aburre) y me fastidia infinitamente que me pregunten cosas como “¿Cuándo se caerá Castro? ¿Qué va a pasar después?” en lugar de preguntarme sobre literatura. ¡Soy escritora, no una experta en política! Me dan ganas de contestar: “Oiga, pues si yo tuviera una bola mágica para adivinar el futuro…” Por lo demás, recuerda lo que dijo Stendhal: “La política en una obra literaria es como un pistoletazo en medio de un concierto:” Si me apeteciera escribir sobre política, haría un ensayo o un artículo de opinión, pero no la introduciría a empujones en mis novelas.
Kaytie Brissenden-Smith: Reinaldo Arenas afirmó que “los desarraigados” no poseían más patria que el idioma. ¿En su opinión, el bilingüismo de autores exiliados pudiera interpretarse como una renuncia al concepto clásico de la identidad cubana, o simplemente a leyes de supervivencia y mercado? ¿Ha recibido críticas por no escribir siempre en español?
Teresa Dovalpage: Pienso que el bilingüismo es una bendición, tanto para los arraigados en el sitio donde nacieron como para los que han dejado su tierra; en ningún caso una renuncia a la identidad nacional ni algo de lo que deben avergonzarse. Siguiendo la línea de Arenas, te diría que algunos tenemos dos patrias, y eso es algo positivo. Más vale que sobre antes de que falte, como decía mi abuela. No, nunca he recibido críticas por escribir en inglés.
Kaytie Brissenden-Smith: Usted se ha destacado en varios géneros literarios, la novela y el cuento, por ejemplo. ¿Cuál prefiere?
Teresa Dovalpage: Cada género tiene su gracia particular, su sal y su mojito. Una novela te permite explayarte, llegar a conocer, a hacerte amiga (o enemiga, que también se da el caso) de los personajes que has creado. Un cuento es mucho más rápido, un one night stand y se acabó todo, pero apasionado y entretenidísimo mientras dura. Claro, a veces los personajes de los cuentos se enamoran del autor (o el autor de ellos) y se meten muy frescamente en una novela. Es uno de los aspectos más divertidos e inesperados del proceso de la escritura.
Kaytie Brissenden-Smith: Según Ena Columbié en su artículo “Detalles en la novelística de Teresa Dovalpage,” publicado en la Revista Baquiana, a usted le gusta “la clase baja, esa que desprende olor a rancio. Sus personajes nunca esconden nada, tampoco son héroes, su única heroicidad radica en la lucha constante entre la civilización y la barbarie.” ¿Qué opina de este comentario?
Teresa Dovalpage: Olor a rancio... bueno, si mi madre (en quien se basa un personaje de Posesas…) lee esto, salta por la ventana, de la furia que la acomete. O me tira a mí con la cabeza para abajo… En realidad mis personajes son de la clase media baja… bajita de sal que existe en Cuba. Son persona(je)s con cierta educación, pero que carecen a veces de lo más básico para vivir lo que los sume, a veces sin que ellos mismos se den cuenta, en la barbarie a la que se refiere Ena. Es la barbarie en medio del cemento y el smog de la civilización, el peor tipo que puede existir. Y bueno, no me gustan los héroes salvamundo ni las heroínas impolutas, me resultan tremendamente sospechosos y, sobre todo, poco reales.
Kaytie Brissenden-Smith: Si el protagonista masculino Martin en “A Virgin for Cachita” (un cuento que forma parte de The Astral Plane and Other Stories, que se publicará en diciembre de 2011 por University of New Orleans Press) se basa en un colega suyo, ¿en quién se inspiró a la hora de crear al personaje de Cachita?
Teresa Dovalpage: Hablando en plata, los dos son personajes ficticios…El profesor está basado en varias personas que conozco de la academia, es un “collage” de tres, aunque uno en particular haya sido el inspirador directo de la historia. Lo mismo pasa con Cachita, que puede ser cualquier joven cubana que se ve obligada a tomar ciertas decisiones para sobrevivir en medio del período especial.
Kaytie Brissenden-Smith: En su novela Muerte de un murciano en La Habana (Anagrama, 2006) se nota la influencia literaria de Pedro Juan Gutiérrez. ¿Calificaría algunos de sus libros como realismo sucio? ¿Usted cree que por el hecho de que escribe sobre Cuba las llamadas “cochinerías”, como usted misma las califica, en sus obras merita colocarla en el género del realismo sucio? (Por ejemplo, al que se adhiere a Pedro Juan Gutiérrez y Fernando Vallejo…) ¿Le importa ser catalogada como una escritora dentro del realismo sucio?
Teresa Dovalpage: Contestando todas estas preguntas, sí, definitivamente Posesas… y Muerte… han estado influidos por Pedro Juan y Zoé Valdés. No así lo último que estoy escribiendo… ¡me pasé al campo de la ciencia ficción! Aquí puedes ver un ejemplo http://axxon.com.ar/noticias/2011/08/cuento-traslaciones-por-teresa-dovalpage-en-axxon-221/
Por otra parte, me da lo mismo cómo me cataloguen pues no les presto mucha atención a las categorías ni a las comparaciones. Mira, cuando escribo no estoy pensando en si la novela o el cuento en cuestión caerá dentro del realismo sucio o limpio o a medio lavar… ni con quien me compararán. Ésos son bordados que vienen luego, etiquetas de las que se ocupan los críticos, no los lectores ni, por regla general, los propios escritores. Lo que importa es escribir, no los letreros que nos pongan.
Kaytie Brissenden-Smith: ¿A qué escritores admira? ¿Qué lee? ¿Cuál ha sido su formación literaria?
Teresa Dovalpage: Admiro muchísimo y considero mis “maestros espirituales,” por llamarlos de alguna forma, a los naturalistas españoles del siglo XIX, Galdós y Clarín. De hecho, mi última novela terminada, La Regenta en La Habana, que publicará la editorial Edebé en España en 2012, es una reescritura de los capítulos finales de la obra de Clarín desde una perspectiva moderna y feminista. No estoy segura de a qué te refieres con eso de tener “formación literaria.” Si quieres decir haber participado en talleres literarios, definitivamente no. Fui en cierta ocasión a uno, en la Habana, y salí por piernas. Tampoco creo que tener un doctorado en literatura pueda calificarse como formación literaria per se. Pero sí he leído mucho. Desde niña fui una rata de biblioteca, una nerd en toda la extensión de la palabra, y creo que esto contribuyó a formar mis gustos literarios y, con el tiempo, me impulsó a escribir.
Kaytie Brissenden-Smith: ¿Qué se puede conocer de Teresa Dovalpage a través de sus novelas y cuentos? ¿Se esconde tras sus personajes? ¿Cuánto de imaginación y cuánto de realidad hay en su obra?
Teresa Dovalpage: Casi todo es imaginación pero, por supuesto, la realidad se cuela a siempre, a veces por la puertecita del subconsciente. Tengo un solo libro que es un retrato más o menos desfigurado de mi familia, Posesas de La Habana. Fue el primero que publiqué en español… creo que las primeras novelas tienden a ser un poco autobiográficas. Las demás ya han sido más literarias, con mayor vuelo de la imaginación. Hay muy poco de historia personal en Muerte de un Murciano y muchísimos menos en El difunto Fidel. Mis personajes suelen ser combinaciones de varias personas que he conocido en la vida real, con una pizca de mi propia experiencia. Pero las historias están aderezadas con mucha fantasía, porque la mayoría de las vidas, si se miran tal como son, no resultan muy novelables. No creo esconderme tras mis personajes, que suelen ser mucho más extrovertidos (y sobre todo más mal hablados) que yo.
Kaytie Brissenden-Smith: Usted ha sido galardonada con el Premio de Novela Corta de Rincón de la Victoria en 2009 por El difunto Fidel y finalista en 2006 del prestigioso Premio Herralde con su novela Muerte de un murciano en La Habana. ¿Qué importancia tienen los concursos y los premios para usted?
Teresa Dovalpage: Son una excelente oportunidad para que el libro reciba algo más de publicidad. Una editorial que publica veinte o treinta volúmenes cada mes tiene un espacio y un tiempo limitado que ofrecerle a cada uno de ellos —y las que publican menos de esa cantidad tienen menos recursos también— de modo que cualquier mención en los medios, aunque sea el más pequeño premiecito, que pueda recibir un libro lo ayuda a destacarse. Y por supuesto, está el ego inevitable, la alegría que se siente al recibir un premio, que suele ser un estímulo para continuar escribiendo. Sin olvidar el aspecto económico, que viene muy bien, porque los autores no vivimos del aire, y muy pocos lo hacemos de las regalías.
Kaytie Brissenden-Smith: ¿De dónde surgió el argumento para la colección de relatos Por culpa de Candela (Floricanto Press, 2009)? ¿Cómo articula las historias que están presentes en esta colección, desde la que da título al volumen hasta “La virgen se llama Juana”?
Teresa Dovalpage: Casi todos los cuentos que aparecen en Por culpa de Candela se habían publicado por separado, en distintas revistas y periódicos, así que decidí reunirlos todos en un libro. Mi favorito es realmente “La virgen se llama Juana” por aquello del cazador cazado… Las historias, aunque muy diferentes en contenido, tienen en común que en cada una hay un personaje cubano, ya sea en la isla o fuera de ella, y la mención de Cuba en algún momento de los relatos.
Kaytie Brissenden-Smith: En su faceta de dramaturga usted presentó en Chicago en 2006 La hija de la Llorona, obra que retoma de alguna forma la leyenda mexicana. En esta pieza se presenta una cubanidad alternativa y hasta transnacional. Es decir, los personajes no se circunscriben a la identidad nacional sino a la crisis de identidad propia de la población latina en los Estados Unidos. ¿De dónde nació la idea para esa obra?
Teresa Dovalpage: Salió de una clase de Southwest Studies que tomé cuando era estudiante de doctorado en la Universidad de Nuevo México, con el profesor Enrique Lamadrid. Para el examen final, el doctor Lamadrid nos dio a escoger entre una pieza creativa y un ensayo, así que ya te puedes imaginar que me decanté por el drama… La leyenda de La Llorona (que existe en la mayoría de los países, por cierto, en Cuba también tenemos una) y el problema de la depresión postparto me parecieron buenos temas para mezclar en esa ensalada cubano-nuevo mexicana.
Kaytie Brissenden-Smith: Su novela Muerte de un murciano en La Habana se puede considerar una novela esencialmente teatral ya que se inspira en la estructura de una zarzuela española, Los Gavilanes, incluso cita versos completos de la misma. ¿Piensas dedicarse algún día al teatro por completo?
Teresa Dovalpage: No me parece… Aunque después de La hija de La Llorona escribí otra obra, Hasta que el mortgage nos separe, que también se representó en Chicago por Aguijón Theater en 2009, y tengo una tercera en remojo, no creo que me dedicaría al teatro a tiempo completo. Pero nunca se sabe, eh. Ese contacto inmediato con el público es algo fascinante, que no te puede dar la literatura. No es lo mismo cuando alguien dice “ah, me gustó tu libro” que cuando ves y sientes la reacción de una audiencia a lo que has escrito, ahí delante de ti. Eso es único.
Kaytie Brissenden-Smith: Usted ha sido muy bien recibida por la crítica española ¿Qué significa esto para usted?
Teresa Dovalpage: ¡Gracias! Bueno, las críticas positivas siempre son un impulso para seguir escribiendo, que es lo que un escritor tiene que hacer… Y las críticas negativas también, valga la aclaración. Como te decía antes, lo que importa es escribir, y luego, veremos si lo que nos llega es la gloria… o los palos.
Kaytie Brissenden-Smith estudió literatura hispanoamericana en Mills College, California. Se interesa en la representación de la mujer en la literatura cubana del siglo diecinueve. Su tesis de graduación tuvo como tema central a Cecilia Valdés de Cirilo Villaverde, y también ha hecho investigaciones sobre autoras cubanas contemporáneas. Reside en San Francisco.
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