Chancletazo primero:

No se equivoquen con eso que dijo la bretera de la Dovalpage, Doval o como carajos quiera que la llamen. Personaje ficticio será su madre, que yo soy real y muy de carne y hueso —con más hueso que carne, pero vamos al caso. Que se deje de frescuras conmigo porque la voy a agarrar por el moño y a dejarla pelona. Bueno.

Me llamo Elsa María Velásquez y mi número del carné de identidad, para los que todavía dudan de mi autenticidad (qué bien me salió eso, hasta versificado) es 66100510491. Mi dirección, según consta en el referido documento, es Avenida Carlos III (oficialmente Salvador Allende, pero nadie le dice así) # 999 entre Espada y San Francisco, en un apartamentito mierdero pero algo es algo. Al lado del Hospital de Emergencias, sí.

Ah, pero en el actual momento histórico no vivo allí. Después de varios problemitas a los que no voy a referirme ahora, conocí a un extranjero y me puse a vivir con él. No me pregunten dónde, que hay que mantener el misterio. Baste saber con que es en una zona pseudo-aristocrática de La Habana, donde a veces parece haber más carros que gente y más luces que en el resto de la ciudad. Sin apagones, vaya.
Con este blog me propongo diversos objetivos --ese tonito burocrático se me pegó en Mazorra con el doctor Medina, que me dio más electroshocks que pelos tengo allá en la florimbamba:

1) Conectarme con el mundo exterior y dejarle saber que existo
2) Relacionarme con gente que no esté preocupada por el cambio del CUC (ésa es la moneda convertible de mi querida patria) al humilde peso cubano, ni por si llegaron los huevos a la bodega o no.

Ojalá me conteste alguien, pero igual si no me contestan, allá me van a ver en el ciberespacio cada vez que se me ocurra asomarme por mis santos ovarios...

Chancletazo segundo:

Dice la Dovalpage que una tiene que presentar a los personajes antes de seguir con la trama, para ubicar a los lectores. Haciéndose la sabihonda, como de costumbre... En fin, vaya por las presentaciones:

El tipo con quien vivo, el co-protagonista (mi marinovio, papirriqui con guaniquiqui, proveedor de moneda dura, etcétera) se define muy bien con tres ces: casado, cornudo y californiano. En ese orden. Lo de casado significa que no me puede exhibir mucho, no sea que se entere su media naranja, quien sigue viviendo en San Diego. Lo de cornudo, que la susodicha le pega tarros de todos los colores, confesado por él mismo. Y lo de californiano no necesita explicación. Se llama Scott, y yo, por supuesto, lo pronuncio Escot.

El Escotico es un poco sanguango (debería agregar una cuarta ce, comemierda) como la mayoría de los extranjeros que vienen a Cuba para ayudar a un pueblo en dificultades. Chapurrea el español lo suficiente como para hacerse entender cuando lo necesita. Y es buena gente, si lo vamos a analizar.
Pésimo gusto sí que tiene porque fíjense en eso, vino a escogerme a mí. Jajajajá, me muero de la risa. Con todas las chiquitas buenotas, culonas y tetonas que andan regalándose por estas calles de Dios y el hombrín vino a apencar conmigo y hasta me llevó pa su casa. Y yo estoy tan, pero tan mala, que si me tiran a los perros, me olisquean y se van. ¡Agua!

No, no crean que exagero. Un día voy a poner una foto mía en la web. Y hasta encuera, si me da por eso. Pa que se enteren: tengo cuarenta y cuatro abriles, estoy flaca como un alambre, desculá hasta decir ya está bueno y con las tetas tocándome el ombligo.
 
Dice la Dovalpage que allá fuera se estilan las flacas. Mija, serán flacas pero con sustancia, no como yo. En fin, sigo.

En cuanto al espíritu, les contaré que el mío (y mi cuerpo también, por desgracia) se pasó siete meses largos encerrado en el Hospital Psiquiátrico de La Habana, más conocido por Mazorra. La historia de por qué me encerraron allí la está contando la Te en una novelita que (por ahora) se llama La reina de los huesos. Contiene un montón de exageraciones, groserías y sandeces de las que se gasta ella, que se pone a escribir de Cuba muy cómoda allá en su casa de Taos y sin tener que luchar los frijoles ni que sufrir un apagón. Así cualquiera es escritor, comadre.
En fin, ya están presentados la heroína y el co protagonista. (¿Se dice así, huevona?) Hasta otra.

Chancletazo tercero

Aquí estoy de nuevo. Y feliz, feliz, feliz... como una lombriz. Mi querindango se va mañana de regreso a San Diego. (No, de Los Baños no, de California). Desde luego, a él no se le ocurre invitarme a que lo acompañe. No sólo porque no es nada fácil conseguir la visa y la tarjeta blanca y los cincuenta mil permisos que hacen falta para que una cubana abandone esta jaula isleña, sino por la muy sencilla razón de que teme que le dé tres patás en cuanto lleguemos a La Yuma. El pobre ¿no se da cuenta de que a dónde voy a ir yo que más valga? Y tampoco me lleva porque allí está su parienta, claro. No olvidar el detalle.

Pero voy a aprovechar bien el tiempo. Lo primerito que voy a hacer es convocar a una fiesta de percheros aquí en mi casa. Bueno, en la de él. ¿Alguien no sabe lo que es una fiesta de perchero? Los cubanos sí, qué duda cabe, pero los españoles y el resto de los europeos (digo, si hay algún miembro de la Unión Europea leyendo esto) deben estar en Babia. Así que les aclaro:

Una fiesta de perchero
Es en la que tutilimundi
Se pone encuero.
Entendez? Understand?
Hasta multilingüe me he vuelto del tiro.

Yo solía ser de pocas amistades. Ya expliqué que de bonita no tengo ni el olor, y hasta que me apareció el Escotico mi prestigio estaba regado por el piso. Pero en fin, así es la vida: la rueda de la fortuna.
Un día estás arriba y otro abajo.
Un día te besan la colita
y otro te mandan pal carajo.
En fin, voy a preparar mis invitaciones. Porque la cosa es de invitaciones y todo, eh... De lujo y de categoría, que aquí no va a venir cualquiera a mostrar sus partes pudendas.
Tu be continiu...



Biografía

Indice
Blognovela a chanclazos
Teresa Dovalpage




En esta novela por entregas o blogonovela o como prefieran que se le diga, retomo a Elsa, personaje ficticio, claro, y protagonista de Posesas de La Habana y La reina de los huesos.
Elsa es una cubana con problemas: cuarentona, jodida de los nervios y con un lastre familiar del que pueden saber un poco más leyendo Posesas La Habana. Quizás por ser algo así como mi alter ego, a Elsa le han entrado ínfulas de escritura. Lo que viene a continuación es su propia novela. Pergeñada en La Habana, naturalmente, y a chancletazo limpio.