Una aproximación contemporánea a Regino E. Boti
Julio Benítez

     Cuando en 1958 Roberto Fernández Retamar afirmaba:Nos hemos congregado aquí para testimoniar al poeta Boti, al alcanzar una rica edad, nuestro agradecimiento por haber encontrado fervor y tesón para crear, para mantener, a pesar de ese tiempo suyo-que es el nuestro-, lo que alguna vez fue llamada la santa continuidad, consideraba a su juicio, que el autor guantanamero, pese a su avanzada edad, habitaba un tiempo cercano al suyo.
     Unos años más tarde, en el texto Valoraciones sobre temas y problemas de la literatura cubana ,     sus redactores afirmaban que: Boti participó de la búsqueda expresiva del espíritu de la contemporaneidad. Se reforzaba entonces en el campo de la docencia de la literatura cubana, el juicio emitido por Retamar y otros poetas.

      En nuestro caso personal, hemos conocido a más de una persona vinculada con la vida personal del autor de Arabescos Mentales . Se trata de un ex alumno del profesor arisco y exigente; otro que fuera su colega, en el mejor de los casos su carismática, y hoy fallecida, hija Florentina Boti. Hemos visitado la casa natal del poeta. Un título de propiedad de mi madre está firmado por el notario Dr. Regino E.  Boti: Todo ello nos ha provocado a pensar, más de una vez, en aquella persona como alguien cercano a nosotros en el tiempo.
      Guantánamo, la que fuera aldea de ese hombre que la idealizara en sus versos y sus escritos es sin embargo hoy, un conglomerado humano que rebasa los doscientos mil habitantes. Sin embargo, no ha producido otro intelectual residente en la ciudad de tanta repercusión como él, ya sea porque han emigrado a otros pueblos u otras tierras allende el mar.  Más de uno de los jóvenes de cuando escribí este trabajo por primera vez, fueron marcados por su impronta de creador y artesano de la lengua. Su poesía y su crítica han gozado de una devoción provinciana, especialmente después de la conmemoración de su Centenario. (1978)   aún cuando los ignorantes desmanes de algunos oficiosillos del gobierno  decadente de años después de su muerte en 1958, habrían incluso despojado de su nombre a la biblioteca de su ciudad natal. Echados al olvido ciertos remilgos, salieron a la luz sus principales méritos. No hubo guantanamero dedicado a la literatura que no sintiera sobre sí, como espada damóclea, la inmensidad de su figura.
      Entonces, ¿Dónde ubicar a Regino Eladio Boti? ¿Es cabalmente correcto situarlo en la literatura de nuestra época, especialmente cuando algún trabajo malicioso le endilga ahora el sambenito de antiimperialista, cuando antes se le acusó de pequeño burgués encerrado en su burbuja?
       Indudablemente, no estamos ya en el siglo XX ni vivimos la misma coyuntura en la que Retamar afirmaba su continuidad con este autor guantanamero.  En ese entonces Cuba vivía en el conflicto que implicaba una dictadura gobernante y una vibrante economía, que colocaba al país entre los más avanzados de Latinoamérica aún cuando las desigualdades, especialmente campo-ciudad eran notoriamente evidentes. En general, en el país subsistían muchas de las condiciones que propiciaron la obra de aquellos líricos de provincia décadas atrás.
       Eran otros tiempos  también cuando poetas del renombre de Nicolás Guillén mantenían intercambios de criterios con Boti y junto a la positiva contribución de Orígenes, un fenómeno de la poesía cubana y latinoamericana de su tiempo, convivían poetas aún románticos como el popular José Ángel Buesa y algún que otro modernista trasnochado. La vanguardia internacional aún mantenía produciendo a miembros de sus tendencias como es el caso de Luis Aragón y Tzara. Esa especie de ajiaco literario permitía perfectamente llamar contemporáneo a Regino E. Boti.
       La cuestión no consiste por supuesto, en negarle a Boti la condición de renovador y orfebre junto a  José Manuel Poveda, en el momento de un terrible vacío en la creación poética a principios del siglo XX. Se trata de observarlo a la luz de este nuevo inicio de centuria, sin olvidar la marca que significa el milenarismo inminente en los umbrales de lo que parece ser ya una nueva época.
       Detengámonos entonces en la variante antes señalada y lo que ocurrió desde los años cincuenta cuando se revalorizó su figura y curiosamente despareció físicamente. Después de esa convulsionada década, Cuba se  ha sumergido en "La Revolución" por casi cinco décadas interminables. Con ella se destruyen los rezagos de la democracia que Boti criticó pero del que fue un miembro partidista no precisamente marxista. Con este periodo autoritario muere por así decirlo el viejo espectro neorromántico y neo-modernista. La poesía siguiendo muchas veces rumbos oficiales se mueve hacia lo coloquial. De esta tendencia se llega a abusar hasta el cansancio. Esta fue sin duda, razón principal de tanta  proclama y protesta de jóvenes poetas cubanos de las últimas dos décadas. Fue una reacción de estos y como resultado se produjo una vuelta a los orígenes, a la versificación clásica.
      Esa interrupción de la presencia cubana en el contexto común de las sociedades latinoamericanas por su transformación en un modelo diferente establece una dicotomía en la que para unos Cuba representa lo utópico, especie de unicornio por alcanzar, mientras para otros con vivencias disidentes encarna la apoteosis del autoritarismo. El acontecer literario se vio entonces afectado por la vida miliciana, el llamado trabajo voluntario, los enfrentamientos de clase que se mantuvieran en el marco de la vida  oficial (prácticamente todo criticismo era censurado y castigado).  Regino Boti no tuvo que emigrar como muchos de sus compatriotas o ser ignorados en tierra propia a causa de  una obra contestataria, caso de muchos de nosotros en los últimos cincuenta años. En la isla, las sacudidas  de más de un escritor significaron un acercamiento a la vanguardia europea y al llamado realismo socialista. En otros hubo esnobismo, geometría poética, slogan en verso y propaganda de imprenta. Invadida la intimidad del poeta por su propia vida comprometida, afloraron nuevas problemáticas que no podían ser las de antes de 1959.        
      El modelo discrepante de la época de Boti dejaba de ser Lorca- Neruda y el rico legado cubano del siglo XIX. Todos querían expresar su propia personalidad y los residentes de la llamada nueva sociedad soñaban con Vallejo o eran condenados al ostracismo. En medio de estos diferentes caminos estéticos, afloraban los nuevos que no son siempre aquellos que un día Guillermo Rodríguez Rivera incluyó dentro de La Nueva Poesía .
      Los sesenta y las décadas posteriores se desperezaban y el mundo se abocaba en acontecimientos que iban desde la independencia africana hasta los sucesos de Europa Oriental, la caída de la Unión Soviética, el fin del socialismo real y el renacimiento del "Socialismo del siglo XXI". La globalización, la emigración en dirección contraria: de América Latina a Europa y el mundo desarrollado me indican que Boti, a pesar de los cantos regionalistas y las apologías oficiales no hubiera reconocido ni este mundo sin fronteras ni a esa Cuba sin elecciones al estilo Zayas, Menocal, Grau ni tampoco las dictaduras al estilo Batista porque estos últimos cincuenta años crearon un gobierno eterno adonde la poesía fue prisionera del proyecto político y se pasó del rechazo a intelectuales como él mismo, Lezama, Heberto Padilla y otros grandes por el simple hecho de no haber tenido una afiliación Marxista. Éste es un mundo diferente al de aquel hombre encerrado en su biblioteca, escribiendo cartas y componiendo ideas.
      Boti sobresalió por EL mar y la Montaña ,menos rezagado en estilo y donde logra su madurez expresiva alcanzando su  mejor vuelo, cómo explicó en una edición el crítico en mutis Enrique Lomba. También nos dejó Kodak-Ensueño (1929), catalogados por Enrique Sainz como: el momento vanguardista de la poesía de Boti .  En esas últimas creaciones publicadas por él, nos encontramos efectivamente con alguien aparentemente más cercano a las pequeñeces cotidianas del cubano  de hoy embarcado en la supervivencia. La industria, el automóvil y el despliegue tecnológico que irrumpen en el mundo contemporáneo de entonces, y de algún modo en el  actual, sin ser ésas, claro está las únicas posibilidades temáticas de estos dos textos. En ellos, el juego de composición lingüístico típico de los ismos se reconoce en ambos.
      Pero lo que en aquellas primeras décadas del siglo constituía cierto júbilo semántico y era propio del mundo lúdico-poético que asimilaba en su seno lo tecnológico, ya pasado el siglo XX no los son tanto.  Los artificios de la vida moderna, la biblioteca inconmensurable del Internet no precisan de una imaginería expresa porque ya no representan para la poesía una novedad. Hoy son parte de nuestra existencia desde nuestro nacimiento. En todo caso, la ciencia ficción poética, el nuevo lenguaje tecnológico inexistente treinta o cuarenta años atrás, ocupan el espacio que quiso un día conquistar el futurismo fuera de Marinetti o de Maiakovski.  Nuestro mundo se mueve en dimensiones diferentes a las de ese hombre que tanto tratan de acercar a nosotros. No neguemos sus temas sobre la creación literaria, sus asomos a lo afrocubano, su lirismo pueblerino y hermoso;  pero no había entonces computación ni se navegaba en la net ni los viajes al cosmos ni la información tecnológica contemporánea  podrían sonar ridículos versos como:
      "Todo dulce y sencillo, todo leve; / rosa celeste y celeste y rosa"  que no son más que refrigerios en el acalorado ritmo de estos tiempos.
      Pero volvamos al mundo poético contemporáneo. Estoy seguro de que alguna voz  se sentirá ofendida con más de un verso surgido en la Isla grande del Caribe en las últimas décadas. La vuelta a la métrica, la reivindicación de Lezama al que pretende santificar cuando había sido exorcizado y las sospechosas coincidencias de algún que otro nuevo con Julián del Casal y Eliseo Diego llegarían por concatenación universal de los fenómenos hasta el poeta de La Torre del Silencio. Hace años propuse un análisis distinto que relegaba a Boti al tipo de poeta similar a los que buscaban caminos renovadores por su especial interés por la forma; pero de estos nuevos el intimismo y la captación del entorno humano y social difiere de él porque son nuevas las condiciones que vivió el solitario guantanamero.
       ¿Hacia dónde va la poesía? Reconozco hoy como hace casi veinte años mis dudas en tal sentido. Estoy fuera del entorno nacional y sólo puedo comentar fragmentariamente lo que he leído. También se ha ampliado mi espectro al vivir junto a otros que tuvieron que marcharse y hoy producen una poesía que no tiene compromiso con una sociedad excluyente como la cubana de hoy.  Lo que sí parece evidente en esta época en que el lirismo renace, es la continua presencia de la síntesis e imaginería en obras como Versos satánicos, quecomenzaron por gestar una ruptura definitiva con la estética pasada y una apertura del futuro hoy marcado por medios diferentes. De ahí que debamos reflexionar seriamente acerca de lo que es realmente contemporáneo.  Las primeras décadas del siglo XX no caben muy bien en esa distinción.


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